Lujuria (3)

Despierto y ahí está
esperándome paciente
el mar con sus caricias extraviadas.

Me acerco hasta su espuma
de amante que seduce suavemente
y me trae sin remedio
recuerdos epidérmicos
de arrojo y de clepshidra.

Robándose el aliento de mis aguas
y de mis sueños hechos
de océanos y de lluvias que te habitan;
robándose los besos fugitivos de tu boca
y también mi alma líquida de amarte,
me convierte en estatua de sal evaporada,
me disuelve de nuevo entre sus olas
erguidas como caderas levitantes de delirio.

Rompe la ola con la fuerza centrífuga
de hambrientas caracolas
y flotando en el semen marino
de fugaces estrellas sumergidas,
te recuerdo en espasmos
de remolino vientre que te nombra.

Lilyán de la Vega

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