Como flor abierta por el sol.
Siento entre sueños la caricia suave de tus labios que delinean como un artista a mano alzada mis oídos y mi cuello; siento a mi piel erizarse con tu aliento en mi nuca y me estremezco al contacto de tu cuerpo desnudo adoptando la forma de mi cuerpo que duerme. Despierto mis sentidos y, a ojos cerrados, danzo imperceptibles danzas iniciáticas que tú, en trance, imitas como una sombra luminosa. Con la respiración de las mareas altas en plena luna llena, se abren mis velas para planear en ese mar de sensaciones que tu boca me inventa en cada poro; siento un placer indescriptible, de olas de tormenta y ráfagas que gimen, que me hacen levantar mis muslos hacia ti, sedienta de tu sal… Y dices que es el principio. Yo ya me hice una contigo, Anémona del aire…
Lilyán de la Vega